Lubitz y «el miedo a….»

Se cumple un año del asesinato de las 150 personas que viajaban en el vuelo GWI9525 de Germanwings. Como ya todo el mundo sabe fue el copiloto Andreas Lubitz quien, a conciencia, estrelló el avión. Irónicamente el encargado de transportar (via aérea) a las personas con seguridad y comodidad fue quien hizo caer el aparato provocando una catástrofe tan mayúscula.

Es decir, que para entrar a un avión te registran de arriba a abajo, te hacen quitar el cinturón, los zapatos, el sombrero, la chaqueta y otros complementos; si tienes líquido te lo confiscan, al igual que las cremas, pomadas, ungüentos y demás, ni que decir tiene los cortauñas, pequeñas navajas y cuchillos corren la misma suerte. No voy a entrar a cuestionar si estas medidas sirven de algo o no, si son justas o no, lo que queda claro es que son una molestia manifiesta para los pasajeros; pero mientras ésto pasa resulta que la salud mental de los pilotos parece ser que no se controla de la misma manera.

Justo después del asesinato aparecieron multitud de supuestos informes médicos que desaconsejaban a Lubitz  volar, así como declaraciones de su ex-pareja destacando su desequilibrio psíquico manifiesto. A toro pasado todo es muy fácil, ¿por qué esos informes no salieron antes del accidente? Y si salieron ¿por qué no se tuvieron en cuenta?

El-padre-de-Lubitz-se-siente-responsable-de-la-tragedia

Vivimos en un mundo donde todos sabemos quien es peligroso y quien no, quién va a provocar problemas y quien no, pero no hacemos absolutamente nada para evitar las desgracias. Seguro que todas y todos habréis oído (o pronunciado) comentarios tipo:

-Fulanito tiene un carácter muy violento, seguro que algún día provocará una desgracia.

-Menganito siempre conduce bebido y excediendo los límites de velocidad, seguro que algún día provocará un accidente.

-El agente Zutanito es de «gatillo fácil» un día va a ocurrir algo malo.

Comentarios de este tipo los oímos más o menos frecuentemente, pero por miedo no actuamos ni tomamos medidas de ningún tipo y simplemente confiamos en que la desgracia, el accidente, el hecho lamentable o simplemente «lo malo» no nos toque ni a nosotros ni a ninguno de nuestros seres queridos.

Esperemos que, ya en pleno siglo XXI, los médicos dejen de tener miedo de exigir que se tengan en cuenta sus informes. Esperemos que los maestros dejen de tener miedo ante los casos de bulling en las clases. Esperemos que los burócratas dejen de tener miedo y cumplan con las reglas de protección social más elementales. El mundo está lleno de parásitos sociales colocados en diferentes estamentos (psicólogos, médicos, profesores, funcionarios…), gente que sólo piensa en ellos mismos y viven mirándose al ombligo sin preocuparse absolutamente de nada más allá de hacer ver que trabajan para recibir el sueldo a fin de mes.  Todos estos parásitos son cómplices de las desgracias sociales porque miran para otro lado ante los peligros potenciales que acechan a la ciudadanía.

Andreas Lubitz

Andreas Lubitz

Ya hace un año de la tragedia de Germanwings, hace un año que un desequilibrado estrelló un avión cargado de personas contra la montaña pero más allá de la tragedia debemos analizar las características específicas, debemos corregir lo que falló para que no vuelva a repetirse semejante barbaridad. Resulta imprescindible poder garantizar la seguridad de todos los ciudadanos y ciudadanas, entre los que nos encontramos nosotros y todos nuestros seres queridos.

Acerca de ardillanegra

Puede parecer una locura enfrentarse al sistema. Pero, tal y como están las cosas, la locura es no hacerlo.
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